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sábado, 12 de diciembre de 2009

Ni la distancia nos separa...

Hola amigos/as siguiendo con esta manera de compatir toda aquellas reflexiones que pueden servirles.. como a mi me han servido les presento a continuación esto, se titula:

Ni la distancia nos separa
“Te llevo tan dentro de mí, que ni la distancia puede enfriarme. No existe medicación que pueda aliviar el dolor cuando nos damos cuenta que aún la distancia es el puente que siempre me lleva hasta quién queremos olvidar”.

La mayoría de las relaciones cuando están en un período de crisis eligen la distancia para poder conectarse con los sentimientos y dilucidar a futuro los pasos a seguir… si la elección es definitiva o no.

Lo cierto es que la mayoría de las veces suele ser tan abrupto el corte y tan desigual que malogra cualquier decisión. Por cierto aparece la extrañeza como sentimiento intenso y resulta difícil pensar en uno mismo.

La primera emoción es extrañar y ante esta inmediatamente aparece la transgresión, el primer llamado y un mínimo contacto que provoque cierta sensación engañosa de paz momentánea. El deseo suele ser expresado de algina medida como un mensaje subliminal. “No me olvides, acá estoy”.

Es que cualquier conducta tiende a dificultar el corte. Muchas personas me consultan en un intento desesperado por encontrar el camino de salida. “Me separé por un tiempo, me distancié en lo concreto, pero no puedo lograrlo… El sentimiento se intensificó y la extraño muchísimo, pero en realidad me cuesta volver a lo mismo”, dicen.

Me preguntan si somos animalitos de costumbre y extrañamos lo cotidiano, lo que en apariencia parece seguro, estable, formal, y resulta cierto que pareciera una domesticación, una especie de terapia conductual que ante el mismo estímulo aparezca la misma secuencia de respuestas condicionadas.

Muchos, además, se dan cuenta que les es difícil reinsertarse en un medio social del que se han alejado y que el contexto en el que intentan reinsertarse parece una vorágine donde vale todo. Se sienten desubicados en un medio que ha cambiado modos, conductas, modelos, y formas de relacionarse. Y uno se había acostumbrado a lo conocido y manejable, a modelos experimentados, a modos conocidos a cosas que exigen la respuesta aprendida, los sentidos empiezan a fallar y entran en un estado de desconfianza y temor que retoba cualquier decisión por más inteligente que sea.

La distancia sólo sirvió para ser parte del juego un tanto sádico en el sentido que impone un sufrimiento que será luego reprochado por las partes en cuestión ni bien aparezca el primer conflicto y si decidiesen el reencuentro.

La distancia solo sirvió para experimentar otra cosa que ha la larga se sentirá como traición hacía la relación, la distancia física generó distancia emocional de algún modo en apariencia aunque los recuerdos y emociones se hallan intensificado más en apariencia. La confusión aparece en tanto y en cuanto no se puede interpretar bien sí lo que se extrañaba era la relación, o sí aparece el temor a la pérdida real del otro como objeto de amor.

Ni la distancia separa en relaciones con cierta patología, en que resulta sumamente imposible romper con el vínculo que los realimenta en otras cosas que no se ven, tapando, ocultando lo que debiera percibirse para resolver el problema individual de cada quién. He escuchado historias de segundas vueltas, retornos que no siempre son exitosos luego de una distancia en la pareja, también algunos suelen resolver a favor del vínculo y tomar una decisión firme para involucrarse finalmente como corresponde. Lo que atañe a este artículo hace referencia a aquellas personas que tienen una dependencia emocional y que no pueden desapegarse a pesar de la distancia opuesta. No hay forma de terminar la relación, cualquier modo resulta ser sumamente doloroso y comprometido en cuanto a las emociones se refiere.

Llamamos a veces a estas conductas estereotipadas obsesiones o compulsiones a volver a una relación conflictiva que produce daño. La distancia resulta ser un mecanismo defensivo que se opone para sobrevivir pero en lugar de encontrar la calma aparece el temor a la pérdida, se intensifica el vacío y se sucede una especie de afectación mayor al otro, la necesidad imperiosa de estar a su lado y la dificultad de sobrevivir sin la permanencia del otro.



Es que resulta a veces intolerable darse cuenta que el otro puede llevar a cabo esta distancia porque tiene herramientas para lograrlo y a uno se le vuelve un desafío imposible de lograr, aquí se suscita el planteo de el grado de sentimiento amoroso en juego justamente porque se cree que el que lo logre es quién no estaba enamorado en verdad.

No es fácil distanciarnos de la persona que amamos, aún cuando sabemos que esa persona no nos hace bien y que es la mejor decisión para uno. No es fácil entender que uno ha fracasado en una relación y que ha amado a la persona incorrecta, entender el error propio, desilusionarse, o “desidealizar” lo que ha sido idealizado para construir el sentimiento amoroso.

Algunos intentos terapéuticos utilizan modelos a veces no científicos para despedirse de la persona amada, desde destruir todo lo que liga respecto a objetos que tienen alguna relación o que los han vinculado con alguna emoción o recuerdo de vivencias junto al otro.

Otras técnicas utilizan la palabra a modo de curación y de esa manera descubrir los sentimientos encubiertos, desmantelar engaños que se convierten en certezas, o encontrar la justificación y causas que han impedido el vínculo, así como también y es lo más importante aprender más sobre uno mismo para tomar la decisión correcta, otra idea terapéutica es la de escribir a modo de balance aquellas cosas positivas y las negativas , lo que gusta y lo que disgusta, lo que acerca y lo que aleja y poder llegar a la conclusión sobre sí lo que desentona podrá ser tolerado o sencillamente deben renunciar finalmente.

Entendamos que hay diferentes formas de oponer distancia a veces se legítima con el alejamiento, el corte del vínculo, el silencio como expresión máxima. Otras interfiriendo un otro en la relación y esta suele ser la modalidad más difícil de resolver sí no funcionase el modo, ya que continúa en el simbólico de la pareja a modo de resabios apareciendo como motivo de disputa en situaciones en que se quiera tener el control del otro sí hubiesen retomado el vínculo. También la distancia se vuelve evidente con situaciones de silencio, de ausencia, de ignorancia, esta modalidad también es violenta en muchas situaciones y resulta ser estimuladota de la sensación o el deseo de retorno. La distancia a través de expresiones hirientes o violentas como para imponer un corte rotundo, aunque no siempre se acceda de esta manera al mismo.

Cuando ni la distancia me separa resulta ser un tema de conflicto de la época, las consultas aumentan respecto a los distintos sentimientos que se despiertan en el intento de separación, la dificultad que conlleva esta decisión que resulta más agresiva cuando no ha sido concensuada y solo resulta arbitraria de uno de los dos. En estos casos no hay posibilidad de negociación ya que bien sabemos que “cuando dos no quieren, dos no pueden”, lo que genera un grado importante de impotencia además de otros sentimientos significantes que lastiman la relación y la posibilidad de duelo.

La cuestión que lleva a la consulta inmediata es la dificultad de separarse de muchas parejas en donde no hay un método preciso que prometa la viabilidad y asegure el éxito en la decisión tomada. La autoestima en estos casos suele ser un punto favorable para quién puede respetarse a sí mismo y entender que no debe estar donde no es querido ni aceptado, ni puede mendigar un sentimiento que no es expresado.

Desconozco a quien pertenece estos textos pero realmente me gustaron mucho por eso los comparto con todos uds. amigos/as.






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